lunes, septiembre 12, 2005

Adiós, Miriam

Es increíble pero echo de menos a Miriam. Ya era uno más de nuestra pequeña familia. Se lo regalaron a mi hermana en las fiestas de Riveira y llegó a casa en una pecera chunga de plástico, pequeña y rectangular. Le compramos una más grande de cristal, para que pudiera nadar a sus anchas y la pusimos en el salón. Alegraba la casa con su color naranja y de repente daba un saltito, ¡glup!, y era su forma de decir que estaba ahí, que era uno más. Mi madre metía el dedo en el agua y Miriam iba y le acariciaba con su minúscula boquita. Pero hacía días que ya no comía. Al principio pensábamos que estaba ciego y que no veía la comida pero nos parecía raro. El otro día, por la noche, ya casi no nadaba y si le intentabas tocar, se dejaba, apenas se movía. Por la mañana, mi hermana lo encontró flotando. Ahora la pecera está vacía. Supongo que mi madre aprovechará para poner unas flores. No sé qué hicimos mal. La cuidamos lo mejor que pudimos. Es una mierda tener sentimientos porque ahora la echo de menos. Parece una estupidez porque es un simple pecezillo de siete centrímetros de largo, pero me entristeció verlo allí flotando, con sus ojitos abiertos.

2 comentarios:

Marla Singer dijo...

Lo siento

Anónimo dijo...

Comparto o sentimento e a experiencia. Cando tiña 12 anos tocoume un peixiño nunha tómbola das festas do Apóstolo. Nunca tal eu tivera. Merqueille comida esa mesma noite antes de volver para a casa. Todavía non tiña nome, sería a tarefa á mañán seguinte. Non houbo oportunidade. Agora andará no limbo dos peixes xustos...